miércoles, 5 de junio de 2013

Wassili Kandinski


« Toda obra de arte es hija de su tiempo, muchas veces es madre de nuestros sentimientos ». Con esta sentencia Wassily Kandinsky inicia su ensayo. Pudiera parecer que su punto de partida es de un relativismo cultural finalista. Nada más lejos, Kandinsky entiende el arte como interacción dialéctica en dos sentidos: con el mundo que rodea al artista, con la misma historia del arte.

El objetivo ha sido siempre el mismo: lo esencial, es decir, la renuncia y el alejamiento de la contingencia externa. Este alejamiento de lo material abre el paso a lo espiritual, un nuevo camino, a la fuerza doloroso por iniciático, incierto por desconocido. Con esta posición Kandinsky rechaza los esfuerzos del artista por imitar: de la imitación resulta un arte muerto al nacer, sin potencia de futuro.
El arte espiritual es evolutivo pero no progresivo, los cambios son traumáticos, no hay adición de conocimientos o experiencias, sino cesura y nuevo punto de partida más cerca del objetivo, a veces el esfuerzo artístico será como la condena de Sísifo, una mezcla de soledad, angustia y búsqueda en la repetición.
Frente a la primitiva pregunta ¿Cómo?, Kandinsky refuta con otra ¿Qué? Y la respuesta a esta pregunta no está en los principios externos que hasta ahora han servido para explicar la Historia del Arte. Las nuevas respuestas se han de buscar en otro sitio. Cuando el hombre aparta la mirada de lo exterior, lo único que le queda es sí mismo. Iniciamos de esa manera el camino hacia la abstracción, hacia « una vibración » sin objeto, o el objeto como lejano referente. Dos ejemplos: Matissse y Picasso, que partieron de la figura humana pero, el primero dio primacía al color y el último a la forma, destruyeron el objeto material para crear una nueva realidad.
Kandinsky no olvida el aspecto físico de la pintura, el color y la forma. Ambos despiertan un sonido interior, sea por asociación o por desarrollo de la sensibilidad. La armonía de estos elementos debe buscar el contacto adecuado con el alma, lo que Kandinsky llama el principio de necesidad interior.



¿Pero qué es el principio de necesidad interior?

Kandinsky es consciente que en el arte la teoría nunca va por delante arrastrando tras sí la praxis; sino que sucede lo contrario. La pintura está en los comienzos de la emancipación de naturaleza, de la utilización independiente de la forma y el color.
« De lo espiritual en el arte » apareció en 1912. Kandisky tenía 44 años y tardó diez en escribirlo. Esta obra es una guía para comprender, interpretar y sentir, el arte de los últimos cien año
« Nuestra alma, que después de un largo periodo materialista se encuentra aún en los comienzos del despertar, contiene gérmenes de la desesperación, de la falta de fe, de la falta de meta y de sentido »
« Cada cuadro encierra misteriosamente toda una vida con muchos sufrimientos, dudas, horas de entusiasmo y de luz. ¿Hacia dónde se dirige esta vida? »
« Este « qué » es el contenido que sólo el arte puede tener, y que sólo el arte puede expresar claramente por los medios que le son exclusivamente propios. »
« La ineludible voluntad de expresión de lo objetivo es la fuerza que aquí llamamos necesidad interior y que hoy pide una forma general y mañana otra
« En aquel tiempo tuve dos experiencias que marcaron toda mi vida y me conmocionaron hasta el fondo. La primera fue la exposición francesa en Moscú -en primer lugar el « Montón de Heno » de Claude Monet- y una representación de Wagner en el teatro imperial de Lohengrin.»
« El arte no es más que una forma de expresión diferente de las fuerzas psíquicas, que ancladas en el mismo proceso condicionan el fenómeno de la religión y de las ideologías cambiantes.

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