miércoles, 5 de junio de 2013

Gene Youngblood

Gene Youngblood, (30 de mayo 1942 - ) es un teórico de fama internacional de las artes digitales y la política, y un respetado académico en la historia y la teoría de los cines alternativos. Su Expanded Cinema (1970), el primer libro que considera al  vídeo como una forma de arte, fue muy influyente en el establecimiento del ámbito de las artes audiovisuales como una disciplina artística y académica reconocida.  Él es también ampliamente conocido como una voz pionera en el movimiento democrático de los medios de comunicación, y  desde 1967 se ha dedicado a la escritura y la docencia de la democracia mediática y cines alternativos.  

Carrera Temprana en Periodismo

Durante diez años,  en la década de 1960, Gene Youngblood fue periodista para periódicos, la televisión y la radio en Los Angeles. Youngblood fue reportero y crítico de cine para el Los Angeles Herald-examinador , el  diario Hearst, periodista de KHJ-TV, una estación de televisión de Los Angeles; arts comentarista de KPFK , Radio Pacífica en Los Angeles, y 1967 a 1970 fue editor asociado y columnista del Los Angeles Free Press , el primero y más grande de los periódicos clandestinos de la época.

Enseñanza

1988-2007 - Colegio de Santa Fe, Santa Fe, NM
1970-1988 - California Institute of the Arts (CalArts), Valencia, CA

Libros

Youngblood, Gene. Cine Expandido. Buenos Aires: EDUNTREF, Editorial De La Universidad Nacional De Tres De Febrero, 2012. Edición española de cine expandido.
Youngblood, Gene. Expanded Cinema. Nueva York: EP Dutton & Co., Inc., 1970.
  

La apropiación tecnológica como un instrumento de liberación

En “Cine expandido”, que tiene su primera traducción al castellano, el teórico norteamericano Gene Youngblood concibe la tecnología como el modo de expansión de la conciencia para transgredir los formatos dominantes

Por Gustavo Galuppo


“Por primera vez en la historia seremos lo suficientemente libres para descubrir quiénes somos”, afirma Gene Youngblood en el prefacio de Cine expandido, y con esa sentencia define en gran medida su proyecto, el de este libro fundacional (y fundamental) en el que, sin dejar de proponer una original teoría del cine experimental, articula una visión mucho más abarcadora en la que concibe la incipiente tecnología de los medios como el instrumento definitivo para la expansión de la conciencia humana hacia su liberación.
Y es que aquí, en este visión que flirtea con lo metafísico, el cine expandido planteado mejor sería, en realidad, no sólo cine, sino la misma conciencia del hombre liberada por fin de condicionamientos y materializada a través de las herramientas tecnológicas de la “era paleo cibernética” (como él mismo la define, allá en los años 70). Así, el foco de su mirada se aglutina en torno de las formas del cine que escapan a los lineamientos institucionalizados del espectáculo omnipresente (cine industrial y TV), y se detiene en las múltiples formas audiovisuales que, haciendo a un lado la rutina expositiva de los modelos narrativos, intentan concretar una experiencia cinemática única basada en la evocación poética producida por la evolución de sus elementos específicos (imágenes y sonidos). El fin del drama, allí, es el punto de inflexión, el camino hacia nuevas formas inéditas de visión, y a través de ellas, al despliegue liberador hacia una nueva conciencia que trascendería la existencia individual y los límites del mundo. Todo esto, claro, sin perder jamás de vista que el objeto de estudio es el cine experimental en plena ebullición durante la década del 60.

 Gene Youngblood es una de las figuras clave de la teoría del cine experimental y los medios. Este libro, publicado en 1970, se convirtió con los años en el referente mítico e ineludible de la reflexión sobre ese cine de aquellos años. Su visión es comprometida (hasta la militancia) y profundamente personal, pero también hay algo que este libro destila con virulencia y que lo distancia de muchos otros planteos teóricos afines, y es la pasión exaltada por su objeto de estudio y el pleno conocimiento de los procedimientos técnicos utilizados; y todo esto, no revisado desde una distancia que le podría conferir tal vez una frialdad reflexiva, sino por el contrario diseccionado en su misma contemporaneidad.

Youngblood, con suma agudeza y pasión, examina el cine experimental allí mismo donde explotaba durante la década del 60, sobre todo en Nueva York, y esto le permite ver en esas formas expresivas el planteo de una liberación utópica del hombre a través de la utilización de la tecnología audiovisual (cine, video, computadoras). Pero la idea de utopía, redefinida por el autor, no es ya ese imposible que la tornaría en deseo vano, en la peligrosa promesa siempre postergada de paraísos inaccesibles, sino por el contrario “lo no permitido”. Y allí la cosa cambia radicalmente.

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