Gene Youngblood, (30 de mayo
1942 - ) es un teórico de fama internacional de las artes digitales y la
política, y un respetado académico en la historia y la teoría de los cines
alternativos. Su Expanded Cinema (1970), el primer libro que considera al vídeo como una forma de arte, fue muy
influyente en el establecimiento del ámbito de las artes audiovisuales como una
disciplina artística y académica reconocida. Él es también ampliamente conocido como una voz
pionera en el movimiento democrático de los medios de comunicación, y desde 1967 se ha dedicado a la escritura y la
docencia de la democracia mediática y cines alternativos.
Carrera Temprana en Periodismo
Durante diez años,
en la década de 1960, Gene Youngblood fue periodista para periódicos, la
televisión y la radio en Los Angeles. Youngblood fue reportero y crítico de
cine para el Los Angeles Herald-examinador , el
diario Hearst, periodista de KHJ-TV, una estación de televisión de Los
Angeles; arts comentarista de KPFK , Radio Pacífica en Los Angeles, y 1967 a
1970 fue editor asociado y columnista del Los Angeles Free Press , el primero y
más grande de los periódicos clandestinos de la época.
Enseñanza
1988-2007 - Colegio de Santa Fe, Santa Fe, NM
1970-1988 -
California Institute of the Arts (CalArts), Valencia, CA
Libros
Youngblood, Gene. Cine Expandido. Buenos Aires: EDUNTREF,
Editorial De La Universidad Nacional De Tres De Febrero, 2012. Edición española
de cine expandido.
Youngblood,
Gene. Expanded Cinema. Nueva York: EP Dutton & Co., Inc., 1970.
La apropiación tecnológica como un instrumento de liberación
En “Cine expandido”,
que tiene su primera traducción al castellano, el teórico norteamericano Gene
Youngblood concibe la tecnología como el modo de expansión de la conciencia
para transgredir los formatos dominantes
Por Gustavo Galuppo
“Por primera vez en la historia seremos lo
suficientemente libres para descubrir quiénes somos”, afirma Gene Youngblood en
el prefacio de Cine expandido, y con esa sentencia define en gran medida su
proyecto, el de este libro fundacional (y fundamental) en el que, sin dejar de
proponer una original teoría del cine experimental, articula una visión mucho
más abarcadora en la que concibe la incipiente tecnología de los medios como el
instrumento definitivo para la expansión de la conciencia humana hacia su
liberación.
Y es que aquí, en este visión que flirtea con lo
metafísico, el cine expandido planteado mejor sería, en realidad, no sólo cine,
sino la misma conciencia del hombre liberada por fin de condicionamientos y
materializada a través de las herramientas tecnológicas de la “era paleo
cibernética” (como él mismo la define, allá en los años 70). Así, el foco de su
mirada se aglutina en torno de las formas del cine que escapan a los
lineamientos institucionalizados del espectáculo omnipresente (cine industrial
y TV), y se detiene en las múltiples formas audiovisuales que, haciendo a un
lado la rutina expositiva de los modelos narrativos, intentan concretar una
experiencia cinemática única basada en la evocación poética producida por la
evolución de sus elementos específicos (imágenes y sonidos). El fin del drama,
allí, es el punto de inflexión, el camino hacia nuevas formas inéditas de
visión, y a través de ellas, al despliegue liberador hacia una nueva conciencia
que trascendería la existencia individual y los límites del mundo. Todo esto,
claro, sin perder jamás de vista que el objeto de estudio es el cine
experimental en plena ebullición durante la década del 60.
Gene Youngblood es una de las figuras clave de la teoría
del cine experimental y los medios. Este libro, publicado en 1970, se convirtió
con los años en el referente mítico e ineludible de la reflexión sobre ese cine
de aquellos años. Su visión es comprometida (hasta la militancia) y
profundamente personal, pero también hay algo que este libro destila con
virulencia y que lo distancia de muchos otros planteos teóricos afines, y es la
pasión exaltada por su objeto de estudio y el pleno conocimiento de los
procedimientos técnicos utilizados; y todo esto, no revisado desde una
distancia que le podría conferir tal vez una frialdad reflexiva, sino por el
contrario diseccionado en su misma contemporaneidad.
Youngblood, con suma agudeza y pasión, examina el cine
experimental allí mismo donde explotaba durante la década del 60, sobre todo en
Nueva York, y esto le permite ver en esas formas expresivas el planteo de una
liberación utópica del hombre a través de la utilización de la tecnología
audiovisual (cine, video, computadoras). Pero la idea de utopía, redefinida por
el autor, no es ya ese imposible que la tornaría en deseo vano, en la peligrosa
promesa siempre postergada de paraísos inaccesibles, sino por el contrario “lo
no permitido”. Y allí la cosa cambia radicalmente.
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