Pierre Lévy en Brasil, en 2009 |
Pierre Lévy (Túnez,
1956) es actualmente profesor en el Departamento
de Comunicación de la Universidad de Ottawa. De 1993 a 1998 fue profesor en el
Departamento Hipermedia de la Universidad de París VIII.
Los
intereses del profesor Lévy están situados alrededor del concepto de
inteligencia colectiva1 y en el de sociedades basadas en el conocimiento. Es
un pensador mundialmente reconocido
en el campo de la "cibercultura". En 2004, fue elegido como miembro
de la Royal Society of Canada. Entre sus trabajos recientes, se ha enfocado en
el desarrollo del lenguaje IEML (Information Economy Meta Language) que tiene
un fundamento semiótico y que tiene la finalidad de ofrecer un sistema
sintáctico de coordenadas para abordar los conceptos que se encuentran en
internet.
Lévy es uno de los
filósofos más importantes que trabaja en las implicaciones del ciberespacio y
de la comunicación digital. En 1990 publicó un libro acerca de la convergencia
de redes digitales y la comunicación hipertextual. Entre otros, Henry Jenkins
se refiere a Lévy como una autoridad importante de las teorías de inteligencia
colectiva en línea.
En su libro: ¿Qué
es lo virtual? (Barcelona,
Paidós, 1999), en francés Qu'est-ce que le virtuel? (París,
La Découverte, 1995), Lévy relaciona y desarrolla el concepto de "lo
virtual", a partir de Gilles Deleuze, como una dimensión de la realidad
que subsiste con la actual, pero irreducible a ella. Lévy distingue otros tres
estados alternos a los virtual: lo actual, lo real, y lo posible
Cibercultura
Pierre Lévy elaboró
en 1997 un informe para el Consejo de Europa acerca de las implicaciones
culturales de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación
digitales. Obviamente, algunas de las técnicas y dispositivos a los que hace
referencia han quedado obsoletos en apenas diez años; no obstante, algunas de
las ideas que el filósofo esgrime en este estudio son tan válidas como
entonces, si no más: ello debido al auge que la cibercultura (nombre con el que
Lévy designa al movimiento social y cultural que surge con la emergencia del
ciberespacio) ha experimentado desde que el acceso a Internet ha empezado a ser
común, al menos en los países desarrollados.
El autor divide el libro en tres apartados
bien diferenciados: ‘Definiciones’, en el que trata de acotar y delimitar el
campo del que va a hablar; ‘Propuestas’, el que desarrolla sus tesis; y
‘Problemas’, en el que intenta hacer frente a algunos obstáculos que se
plantean al crecimiento de la sociedad digital. Lo más interesante del libro,
como es de esperar, se encuentra en la segunda parte, ‘Propuestas’, ya que es
en ella en la que el autor teoriza sobre la nueva cultura digital y trata de
abordarla de una manera abierta, inteligente y profunda.
Aunque en ese
apartado hay muchos puntos que merecerían la pena ser mencionados, hay uno en
concreto en el que a uno le gustaría detenerse. Lévy habla sobre uno de los
problemas que se le achacan a Internet (que vale como ejemplo perfecto del desarrollo
de la nueva sociedad digital): el afán totalizador que provoca el acceso a un
caudal de información tan vasto como inmanejable. Tomando como analogía los
clásicos medios de comunicación de masas —en especial la televisión—, nos
muestra cómo los canales clásicos han conseguido imponer un mensaje único
(emitido o promovido por una serie de poderes) a una gran mayoría de receptores
(televidentes, en este caso) pasivos, que son, de este modo, unificados en una
totalidad globalizadora que unifica criterios en razón de los intereses de unos
pocos.
Internet sería,
siempre en palabras de Lévy, un «universal sin totalidad»: es decir, un sistema
cuasi-social en el que tiene cabida todo tipo de conocimiento, pero que no se
impone bajo ningún criterio. El ciberespacio nos ha devuelto a un contexto
previo a la escritura (valga el símil que utiliza el autor, aun cuando sea
precisamente ahora uno de los momentos en la historia de la Humanidad en los
que más se escribe), sin mediación autorial entre la obra —el conocimiento— y
el público —que desea conocer—. De hecho, cuanto más universal se vuelve ese
medio, cuantas más aportaciones heterogéneas recibe (más información, en suma),
menos totalizador resulta, ya que es imposible circunscribir las áreas de
debate o conocimiento a un campo concreto; frente a los medios tradicionales,
que acotan la información y la parcelan, tratando así de restringir los datos,
el ciberespacio es cada vez más abierto, más libre y queda lejos de la
constreñida forma de enfocar la realidad de la televisión, por ejemplo.
Ese universal que
representa la cibercultura propicia la creación de una «inteligencia
colectiva»: una comunidad de usuarios que no solamente se dedican a recopilar
información, sino que construyen, crean,
comparten, opinan, debaten, sugieren… formando así el universo cibercultural
que hoy por hoy conocemos. Obviamente, el funcionamiento ideal de este sistema
—con afán colaborativo y no especulativo— queda lejos de la realidad, pero Lévy
insiste en el hecho de que la sociedad digital, con sus más y sus menos, es
emprendedora y armoniosa. El movimiento social que la hizo surgir y que ha ido
creciendo paulatinamente con ella la ha convertido en una sociedad que tiende
hacia una igualdad nunca antes soñada, una sociedad más participativa,
informada y colaborativa.
Fuente:
http://es.scribd.com/doc/19977800/Levy-Pierre-Cibercultura
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