La República de Weimar
(Weimarer Republik) fue el régimen político y, por extensión, el periodo
histórico que tuvo lugar en Alemania tras su derrota al término de la Primera
Guerra Mundial y se extendió entre los años 1919 y 1933.
El nombre de República de Weimar es un término aplicado
por los historiadores posteriores, puesto que el país conservó su nombre de
Deutsches Reich (Imperio Alemán). La denominación procede de la ciudad
homónima, Weimar, donde se reunió la Asamblea Nacional constituyente y se
proclamó la Constitución de Weimar, que fue aprobada el 31 de julio y entró en
vigor el 11 de agosto de 1919.
El 30 de enero de 1933 es la fecha de término de la República,
ya que, si bien la constitución de 1919 no fue renovada hasta el término de la
Segunda Guerra Mundial, el triunfo de Adolf Hitler y las reformas llevadas a
cabo por los nacionalsocialistas (Gleichschaltung) la invalidaron mucho antes,
instaurando el llamado Tercer Reich con enorme apoyo popular.
El Tratado de Versalles
Una de los tantos motivos del fracaso de la República de
Weimar fueron las severas condiciones del humillante Tratado de Versalles.
Rápidamente prendió en todo el pueblo alemán, la idea de la Schandfrieden (paz
vergonzosa) y Schmachfrieden (paz humillante). El día siguiente a la aceptación
del Tratado, el 23 de junio de 1919, fue día de luto en Alemania, considerado
como la primera gran derrota del parlamentarismo y el pecado original de la
República de Weimar.
El Tratado con sus 440 artículos, era injusto e impuesto
a la fuerza, y las condiciones fueron especialmente gravosas para con Alemania.
Artículos principales: Dolchstoss y Revolución de
Noviembre
Aprovechando el malestar de la guerra perdida, tal como
ocurrió en Rusia, el marxismo hizo un supremo esfuerzo en Alemania por
establecer el Estado soviético. Los motines y los pares se utilizaron
pródigamente para atemorizar y dominar, pero los revolucionarios tropezaron con
una oposición nacionalista más poderosa y consciente que la habida en Rusia.
Los agitadores israelitas Karl Liebknecht y Rosa
Luxemburgo lucharon frenéticamente estableciendo soviets en diversas
poblaciones hasta que fueron capturados y muertos por un soldado. En Múnich, el
israelita Eisner proclamó en 1919 un régimen francamente soviético, pero
después de cuatro semanas fue derrocado en sangrientas luchas callejeras. El ejército
repudiaba al bolchevismo y como la gran masa del pueblo seguía queriendo y
respetando al ejército, los marxistas tuvieron que limitar sus ambiciones. En
Berlín fueron dominados después de que hubo más de mil muertos.
Friedrich Ebert, que en plena guerra había votado por la
continuación de la huelga en las fábricas de municiones (Ver: Dolchstoss),
logró escalar la Presidencia de la Nueva República y establecer un régimen que,
aunque todavía muy distante del radicalismo soviético, le seguía los pasos a
prudente distancia. Toda la maquinaria oficial adquirió cierto matiz
anticristiano y benevolente tolerancia hacia el marxismo, actitudes que hasta
entonces no había adoptado ningún gobierno alemán.
En 1918 la nueva Constitución alemana fue "delineada
por un jurisconsulto judío, Hugo Preuss", según dice el israelita Salomón Res
Nick, en Cinco ensayos sobre temas judíos.
La revolución marxista soviética de 1917 y la revolución
marxista alemana de 1918 tuvieron un mismo origen. Desde 1848 era público que
Marx y Engels buscaban la conquista del proletariado germano: luego Lenin,
Trotsky y otros israelitas aumentaron su influencia en Alemania.
Al terminar la guerra, los gananciosos fueron los judíos.
En Alemania (1918) controlaron: Rosenfeld, el Ministerio de Gracia y Justicia;
Hirsch, Gobernación; Simón, Hacienda; Futran, Dirección de Enseñanza; Kastenberg,
Dirección del Negociado de Letras y Artes; Wurm, Secretario de Alimentación;
Dr. Hirsch y Dr. Stadhagen, Ministerio de Fomento; Cohen, Presidente del
Consejo de Obreros y Soldados, cuyos colaboradores judíos eran Stern, Herz,
Loswemberg, Frankel, Israelowitz, Laubeheim, Seligschen, Merz y Weyl. Nunca la
influencia judía había sido mayor en Alemania, y se erigió mediante la ayuda
del bolchevismo disfrazado de socialismo, del control de la prensa, de la
industria y de la alimentación.
Los israelitas Felix y Paul Warburg cooperaban en Estados
Unidos, en el esfuerzo bélico contra Alemania. Su hermano, Max Warburg,
alternaba, entre tanto, con el gobierno alemán. Los hermanos se encontraron en
París, en 1919, como representantes de "sus" respectivos gobiernos y
como "delegados de la paz".
Mediante empréstitos los judíos se infiltraron en las
cortes, lo mismo en Rusia que en Alemania o Inglaterra. Su táctica recomienda
ir derecho al cuartel general. Por ejemplo, el israelita Walter Ratheanu era el
único que poseía la comunicación telefónica directa con el Kaiser y en la Casa
Blanca de Washington influían también varios judíos.
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